No queremos dejar pasar más tiempo sin haceros un resumen de la parte más lanera y de investigación que hemos podido disfrutar en nuestra escapada vacacional a Portugal y más concretamente a la Sierra de la Estrella.

El Parque Natural de la Serra da Estrela se sitúa en la zona centro del país vecino. Bellos parajes montañosos que ascienden hasta los 1.993 metros de altura, albergan entre sus valles y pueblos, gran tradición trashumante y dedicación a la transformación de la lana.

Agosto no es buena época para hacer visitas a las fábricas y las personas de referencia a las que qeríamos visitar también disfrutan de sus merecidas vacaciones, pero aún así dimos con gente maravillosa que incluso, nos abrió las puertas de su fábrica.

Nuestra particular trashumancia se inició en Covilhã, ciudad portuguesa donde si instalaron las primeras fábricas de lanas del país, convirtiéndose en punto neurálgico de esta fibra a nivel europeo, de gran relación con nuestro país y principal actividad industrial hasta mediados del siglo XX.

Allí pudimos visitar el Museo de la Lana que en la actualidad pertenece a la Universidad de Beira Interior y consta de tres edificios.

El primer espacio que visitamos fue la Real Fábrica de Paños (1764), la cual alberga las antiguas instalaciones de tinte, donde aún se pueden ver las artesas y los pozos cilíndricos para teñir las lanas. Durante el recorrido te sumerges de lleno en la historia acompañado de documentos oficiales de la época de las conquistas, donde hablaban del comercio de extractos y materias tintóreas, la arquitectura del edificio y todos los utensilios muy bien conservados.

El siguiente espacio en el que disfrutamos como si fuéramos peques fue la Real Fábrica Veiga y Centro de Interpretación de los Lanificios, que también cuenta con el Centro de Documentación y Archivo Histórico. Una auténtica maravilla repleta de colecciones de máquinas de transformación de la lana, equipos, utensilios, productos textiles (lanas, hilos, muestras textiles, tejidos y ropa) además de espacios de talleres y exposiciones.

El tercer espacio que no pudimos visitar son las Râmolas de Sol. Con un área de 652.7m2, este espacio al aire libre estaba dedicado a tender, estirar y secar los paños recién lavados o tintados, al sol.

Tras disfrutar de las vistas desde las Penhas de Saúde cerca de los 2.000 metros de altura pusimos rumbo a Manteigas, pueblo que se convertiría en nuestro centro neurálgico desde el que haríamos el resto de visitas. Bajo un entorno montañoso, rodeados por glaciares y playas fluviales, este pequeño pueblo de tradición lanera alberga todavía dos fábricas en funcionamiento.

Una de ellas es Burel Factory.

Agradecidos por la simpatía de Isabel, su fundadora, que nos abrió las puertas de su casa y respondió a todas nuestras preguntas en día de fiesta. Allí pudimos ver un precioso proyecto de recuperación de la tradición mezclado con grandes dosis de innovación.

Burel se levantó hace unos pocos años sobre los muros de una fábrica abandonada, en la que se guardó la estética, se pusieron a punto las máquinas, se contrató a antiguos empleados de la misma los cuales han ido formando a nuevos empleados en las artes del telar, cardas, hiladoras, etc. y se formó un equipo multidisciplinar de creativos, para que dieran rienda suelta a sus capacidades y aprovecharan el “burel”, o paño que llamamos aquí, para levantar esta factoría lanera.

Espacios muy cuidados estéticamente, limpios y luminosos envuelven a los trabajadores y su maquinaria, un museo, una “loja” o tienda, salas de talleres y el lugar de trabajo del equipo creativo.

Así es como Burel recuperó Lanificios Império y toda su historia.

También tuvimos la oportunidad de pasarnos por la tienda de Ecolã, empresa lanera de tercera generación que ya conocíamos de verles por ferias españolas, como Biocultura.

Tras estos días alojados en el Hotel Berne, disfrutando de la riquísima comida tradicional que allí preparan, así como de la exquisita atención que la familia Martins dispone; recorrer preciosas rutas de senderismo y bañarnos en fabulosas playas fluviales del verde entorno; volvimos casa con la sensación de habernos encontrado con gente encantadora, de vivir un poco la historia lanera de este país y de reafirmar que estamos en el camino correcto.

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